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Migración y Fronteras

Por Tania Domínguez

Pachuca, Hgo.

23/08/2019

El sueño americano de conseguir una mejor vida, la pobreza, la discriminación, la falta de empleo, el salario bajo, ¿Cuál es el momento exacto en el que México se convierte en la peor frontera para centroamericanos y mexicanos? 

El infierno mexicano, en el que debes ser sobajado para llegar a la línea de cruce más codiciada por los latinos. Miles de mexicanos y centroamericanos emprenden día a día el viaje para alcanzar una vida de oportunidades, pero ¿Cuáles son las fronteras reales? Las fronteras ahora no están donde creemos que están, han dejado de ser muros,  ahora son fronteras mentales, aquellas que se han construido en silencio y que a comparación de las otras, no se caen fácilmente.

En el caso  de los 72 migrantes asesinados en Tamaulipas, México,  las fronteras fueron; el crimen organizado, el de México, la indiferencia de los ciudadanos, los medios que parcialmente anunciaron la noticia, miseria  y  falta de investigaciones gubernamentales.

Setenta y dos  muertos, y después otra y otra y otra fosa encontrada en Tamaulipas, México, y antes de eso, en  2008 - 2009, nueve mil 758 migrantes secuestrados, cifra que fue ignorada en el mar de números que conforma la impunidad en México.

Se creyó en el interés por parte del gobierno, cuando en el sexenio del entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa, se implementó el programa "La guerra contra el narco". Por supuesto que  la esperanza de una mejora persistía, sin embargo, el aumento que el operativo registró fue de un 900% de grupos criminales. La guerra contra el narco sin duda fue un fracaso lleno de duelo y violencia. Terminó siendo una enfermedad, cuando se quería fuese una cura.

Y después qué viene, el México que duele, el que no se ha podido recuperar. Dejó de ser su guerra para ser la nuestra, la de todos.  Los 72 migrantes que se negaron a trabajar para la organización criminal, los zetas ,terminaron baleados en un rancho en San Fernando, Tamaulipas.  Han pasado nueve años y el gobierno Mexicano no ha esclarecido las dudas.

Familiares aún lloran la perdida y piden justicia por la vida de sus hijos, de los 72 o 76 que cruzaron más de diez estados para llegar a la frontera, en donde kilómetros antes fueron asesinados,  asesinados por todos nosotros. 

México no debe convertirse en un purgatorio por el cual estemos obligados a pasar para llegar al “paraíso”. Miles de personas seguirán cruzando la frontera y esperemos que esta masacre lleve el nombre de una política migratoria digna para todos nuestros hermanos caminantes.

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